La última vez que
escribimos de Game of Thrones titulábamos que había perdido el trono en la
temporada cinco. Así fue, la sexta no logró convencer mucho a excepción del
final y la séptima para sorpresa de muchos logró elevar el nivel, incluso nos
hizo recordar sus viejas glorias, cuando esta brillaba en
sus tres primeras temporadas. Nunca fue un desafío fácil para los guionistas (hoy
tan cuestionados) realizar la serie sin el respaldo de los libros, no hay dudas
que algo se perdió en el camino.
Hoy las opiniones
de los fanáticos se contraponen de manera radical y podemos decir que si el
final a algunos les gustó, que bien por ellos y a quienes no les gustó, les
encantaría sentirse como los del primer grupo.
No se trata del
final, sino de analizar toda la temporada y podemos decir con certeza que se
equivocaron en muchas cosas, lo principal a mencionar en este humilde blog de
opinión personal es: la distribución de los tiempos y como acomodaron los
grandes sucesos en los capítulos, específicamente en los dos últimos. Soy un
convencido de que si estos dos se hubiesen equiparado, estarían todos felices. Ya volveremos a esto.
La
temporada en general:
Los dos primeros
episodios son geniales, esta serie seguía siendo Game of Thrones, en especial
el primer capítulo, que une todos los cabos y regala grandes escenas como el
reencuentro de Jon y Arya (vean esta entrada)
o Bran esperando toda la noche
por Jaime. Quién no sintió que la serie volvía donde todo había comenzado. El
segundo capítulo es la despedida de todos los personajes, carta muy bien jugada
por la producción en el que dejaron a todos expectantes por la gran batalla que
se avecinaba contra los caminantes blancos liderados por el Rey de la Noche.
El tercer capítulo nos ofrece la gran batalla, los
primeros treinta minutos fueron derechamente: incómodos por la idea de hacer
todo tan oscuro. Transcurrido este tiempo el asunto se vuelve intenso e
intrigante, todas las esperanzas estaban perdidas y en mi caso mi teoría pesimista
se estaba cumpliendo, el ver a todo
Winterfell sucumbiendo al más fiel estilo de Game of Thrones, hasta que
Arya le da el golpe de gracia al Rey de la Noche, el balance hasta este punto
de la temporada era muy positivo.
Vamos a los capítulos
que le dieron el bajón a la temporada: El capítulo cuatro, probablemente el
peor de todos, eventos alocados que por cierto acabarían por trastornar a la
Reina Daenerys, al tener que presenciar la muerte de Missandei; el poderío de
la flota de hierro que se hacen presagiar como temibles; al igual que las fuerzas del ejército pagado (La
Compañía Dorada) por Cercei. Lo único rescatable es el diálogo con aires conspirativos
entre Tyrion y la “araña” Varys. Es con la muerte de este último como arranca
el penúltimo capítulo de esta gran serie. La “temible” flota de hierro sucumbe fácilmente
ante las llamas escupidas por Drogon, está bien, el dragón es poderoso; pero todo lo que intentaron vender en el capítulo
anterior se va a la basura y pierde toda credibilidad. Es vergonzoso ver a los tripulantes
de la flota de hierro dirigir con ineptidud las grandes armas hechas para cazar
dragones y como toda la flota es consumida en segundos. Es vergonzosa también la frase final de Euron
Greyjoy. La pelea del
Perro y la Montaña, dénmela cien veces, estuvo correcta. Pero la estresante
quema de King’s Landing dura mucho señores realizadores, y es aquí donde retomo
con la equiparación que antes mencioné, si hubiesen balanceado los sucesos en los dos capítulos finales,
hoy tendríamos a todos felices. Bueno, no
a todos exactamente, no se puede complacer a quienes vieron toda la serie
el año pasado y comenzaron con los libros (ocho y veintitrés años tarde
respectivamente), o al peor grupo de fanaticada: aquellos que reclaman sólo porque
la serie no termina con sus personajes favoritos favorecidos.
Hablemos del capítulo
final, la guinda de la torta que no todos se sirvieron a gusto. Personalmente
creo que es un final muy decente. Uno de los protagonistas y de los favoritos
de muchos, hablamos de Jon Snow, tuvo el mejor final. En un acto fatal acabó
con la vida de su amada Daenerys, todo por detener los terroríficos sucesos que
se avecinarían si Dany hubiese seguido como reina, sacrificando amor por el
bien de los habitantes de Poniente. Sacrificando una vez más, como lo hizo
luchando por el pueblo libre al norte del muro, como lo hizo en la batalla de
los bastardos. El rey del norte y heredero legítimo al trono de hierro, quien
nunca anheló dichos títulos, es enviado a donde pertenece en realidad: el
verdadero norte. Mismo lugar donde se encamina en el segundo capítulo de la
primera temporada. Mismo lugar donde conoció a Ygritte y donde batalló contra
los traidores desertores de la guardia
de la noche ¿No les parece un final poético para el protagonista de la serie, adentrándose
en compañía de su lobo huargo y Tortmund, guiando al pueblo libre a través del
mismo bosque donde todo comenzó el año 2011?
Pero...
Bien, los Stark,
obtienen todo y son felices por siempre; cuento corto. Pero qué es lo que me
hizo enfermar de este último capítulo: la pobre escena de reunión de lords de las
grandes casas de Poniente para decidir el destino de Snow y de paso, muy
improvisadamente elegir un nuevo Rey. Esto es tan azaroso y quiebra el episodio
final por la mitad. Cero línea argumental. Imagine usted querido lector; si en
el penúltimo capítulo, la quema de la capital se hubiese acortado un poco, si se
hubieran ahorrado todas las supervivencias de Arya y hubiesen finalizado con la
muerte de Daenerys. El último episodio, podría haber retomado la esencia Game
of Thrones con el drama presente y haber
mostrado todas las discusiones e
intereses de los lords, los inmaculados, los norteños; todos los escenarios
posibles para Jon Snow. Todo ese tiempo que se saltaron, lo resumieron a dos
minutos narrados por Tyrion a un encarcelado Jon.
El final fue
correcto, pero como antes mencioné; se quiebra por la mitad, tuvieron dos años
para pavimentar un mejor camino hacia el desenlace.
Son contados con
los dedos de una mano en los que un final logró satisfacer a la mayoría de la
audiencia, era una tarea difícil, en la que sin duda los guionistas perdieron a
ratos la coherencia en esta última temporada. Game of Thrones es un peso
pesado, una serie de la que cuesta despedirse por llevar tantos años en pantalla,
nos entregó momentos épicos que nos dejaron sin aliento en el pasado; como la partida de Eddard Stark y la boda roja,
esta última el momento más WTF que se haya visto en la pantalla chica. Nada
quita que sea considerada una de las mejores series de la historia, dentro de
un top cinco, sin duda alguna ¡A Game of Thrones le decimos gracias totales!
Varys was right... obviamente |
*** ¿Quién no subía el volumen cuando GoT comenzaba?
Si alguien quiere saber de finales perfectos, que vea Lost y Person of Interest.. wow
Hay muchos criticando en vano la serie y creo que no lo merece, por favor ... Fuimos testigos de una de las producciones más grandes para la pantalla chica.
No incluì la calificación, pero se infiere que es OMG.
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